Unir a dos grupos parece cosa imposible, por lo menos entre seres humanos! Las rivalidades, ciertas o inventadas, los EGOS y las pequeñas o grandes diferencias, hacen que las uniones sean, sino imposibles, muy frágiles. Por suerte no ocurre lo mismo con nuestros árboles!!!
En este artículo quiero mostrarles como la unión de dos grupos hace que el resultado sea más hermoso que la simple suma de ambos.
Este bosque, conformado por ficus benjamina natasha, lleva conmigo cerca de 10 años. No se trata de una gran obra ni de un trabajo "serio", sino el fruto de la impaciencia de mis primeros tiempos en este arte. Fue armado desde pequeños plantones adquiridos en un vivero, a los que solo se los planto juntos en una losa muy angosta. Hace años que no se trasplantaba, así que al llegar la pasada primavera decidí meterle manos. Pero también contaba con este otro grupo, que fue formado solamente un año después del otro. Como ninguno de los dos me llegaba a convencer por separado, pensé en unirlos y obtener a partir de estos un mejor resultado.Comencé cortando pequeñas porciones de sustrato entre las raíces.Y fui probando como quedaban juntos... Al primer grupo no lo separé, ya que me pareció interesante agrandar al mismo, y no crear algo totalmente nuevo.Creamos el muro de contención con arcilla y turba, y sujetamos firmemente los árboles a la losa.Walter, mi buen amigo y asistente, en plena tarea de introducir el nuevo sustrato entre las raíces.Lógico, con ayuda de un palillo.Arreglamos los bordes del muro de contención, para que no parezca una torta, sino una extensión del suelo.Este es la imagen final. Todavía tiene que madurar, pero el resultado de este trabajo me invita a recorrerlo con la imaginación.
Pienso en voz alta: No podemos ser un poco más parecidos a nuestros árboles, dejar nuestros egos de lado y conformar una gran hermandad de aficionados al bonsái? No sería bueno?